La villa de Santiago de Cuba fue elevada al rango de ciudad en 1522
luego que el 28 de abril de 1522 una bula del Papa Alejandro VI trasladara el
obispado y su catedral “Nuestra Señora de la Asunción” de la villa de Baracoa a
esta honorable ciudad.
Después de alcanzado este rango, Santiago de Cuba, ciudad de ecléctico
estilo, descansó su vida y prosperidad inicial en el único renglón exportable
de buen valor de que disponía la Isla en aquellos años: el oro. Que como sede
del gobierno y de La Real Hacienda, aquí se encontraba la principal fundición,
y todos los que tenían oro recolectado tenían que venir a Santiago a fundirlo,
pesarlo y pagar los impuestos.
La producción de oro tuvo su período más próspero en las décadas de
1520 y 1530. Pero con el agotamiento de este se produjo necesariamente un
cambio de actitud hacia la tierra. Poseerla no fue desde entonces sólo un
motivo de nobleza, sino también el recurso indispensable para sostener o
alcanzar riqueza, fundamentalmente mediante la ganadería, casi el único renglón
productivo con valor exportable que quedó en la Isla.
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